Los caballos se encierran en el curro durante toda la rapa das bestas. Por su caracter territorial se vuelven agresivos y se pelean

El último caballo salvaje y la Rapa das Bestas

Juan Villanueva

1 de Julio

En las profundidades gallegas está el último caballo salvaje del mundo, el garrano. Este équido pequeño y fuerte habita el monte gallego junto al hombre desde hace miles de años; pero en el actual contexto de crisis climática y de biodiversidad su conservación está en riesgo. Tras dos años de pandemia, esta edición de Rapa das Bestas vuelve con más significado que nunca.
The Green Bee

Los garranos se agrupan en manadas salvajes de 40 yeguas y un semental en el monte. Éstos son de carácter muy territorial, y si permitieran la entrada de otro macho habría peleas, y dividirían la manada. Y cada año los bajan la gente del pueblo los bajan para cortarles las crines y desparasitarlos; celebran la Rapa das Bestas.

También aprovechan para ponerles un chip y llevar un control; en 2005 había en total unos 24,000 y ahora quedan la mitad.

Las pinturas rupestres son una prueba gráfica de la relación entre el hombre y el caballo desde hace 20.000 años. Estos ponis gallegos, como los conocen algunos, no son altos pero son macizos; de panza abultada y espeso pelaje que les protege del frío y la lluvia. Los caballos viven salvajes en los montes, y en su mayoría son propiedad de las asociaciones. La de mayor calado, la asociación de Sabucedo se quedó con una cabaña de unas 400 cabezas después de que los fuegos de 2006 la diezmaran.

La Rapa de Sabucedo es este fin de semana (1er fin de semana de junio), pero cada asociación tiene su propia fecha; hay más de una decena de asociaciones en Galicia.

Los semanas previas al evento, los aloitadores –como se llaman entre ellos- van acercando las yeguas, y el viernes aloitadores y voluntarios las bajan al ruedo, con la ayuda de los vecinos. La yeguada permanecerá todo el fin de semana en ese ruedo o curro. El presidente de la asociación, Paulo Vicente Monteagudo, explica que allí las bestias están nerviosas, por lo del carácter territorial, y son de patada fácil; y puede ser peligroso; sobretodo para los aloitadores.

Entonces llega el momento de la rapa. Los del curro de Sabucedo respetan la vieja tradición de los tres aloitadores y a pelo. Uno de ellos salta sobre la grupa y lo cabalga entre la manada, mientras un segundo lo agarra de la cola para dirigirlo y evitar que choque contra las paredes. El tercero salta por un lateral rodeando la cabeza con el brazo en intentando cubrir el máximo posible y tapar un ojo, mientras el que cabalgaba salta por el otro lateral para hacer lo propio, tapar el otro ojo e inmovilizarlo. Esto se hace sin herramientas ni cuerdas, fuerza humana contra fuerza animal, y de hecho muchas veces hay que repetir esta operación varias veces. 

La tradición de rapa das bestas viene de timepos inmemoriables y mantiene viva la raza del caballo salvaje garrano.
Dos aloitadores inmovilizan un caballo sólo con sus manos - Rafael Sanz

El garrano como parte del ecosistema

Desde la asociación resaltan la importancia del garrano en la conservación del monte y su valor ecosistémico. Monteagudo explica: “El caballo es una máquina de apagar incendios; se comen el matorral y los mantiene bajos y verdes. Además mantienen los caminos y las sendas abiertas que sirven de cortafuegos naturales”. Los grandes herbívoros mantienen el ciclo de nutrientes entre los minerales de la tierra y la vegetación. Son una solución natural para el mantenimiento del ecosistema gallego.

A pesar de ello, Monteagudo no se muestra optimista en su conservación. Pone como ejemplo el cambio del uso del suelo y la llegada de las renovables que necesitan una gran extensión de terreno. “Si te soy sincero, creo que el garrano no va a aguantar mucho”, y explica “El sistema de vida cambia, el mundo rural esta abandonado. Nadie ayuda a la protección de este animal y no hay inversión publica ni privada”.

Tradicionalmente se vendían las crines y se aprovechaba para mercadear el ganado equino; y aun hoy algunas rapas tiene un sentido mercantil. Pero los de Sabucedo lo más que hacen es regalarlas a los visitantes como recuerdo. La asociación saca algún beneficio para los gastos corrientes, pero la mayoría de los aloitadores son voluntarios. «Los verdaderos aloitadores son los que suben todos los fines de semana al monte para cuidar de las bestas«, dice Monteagudo. Eso obliga a los mozos llevar el peso de esas tareas físicas, pero cada vez hay menos jóvenes en el pueblo.

Luego sí hay una fiesta y comida en el pueblo, con música tradicional y actividades para lo más jóvenes.

Los garranos son los últimos caballes salvajes
Los garranos son los últimos caballos salvajes. Son bajos y fuertes, con una panza abultada y espeso pelaje - Foto cedida por la asociación de Sabucedo

Crítica animalista

La Rapa das Bestas lleva cientos de años. Recientemente, han recibido algunas críticas de grupos animalistas, pero los de Sabucedo explican que hacen un proceso lo más limpio posible y enraizado en el respeto al animal. “Cogemos al animal entre tres personas, sin cuerdas ni herramientas, y normalmente el que sale peor parado son los aloitadores”, explican desde la asociación.

De hecho guardan buenas relaciones con otros colectivos rurales. No tienen problemas con otros ganaderos o cazadores ya que las bestias mantienen el balance entre el ganado y los lobos, como valor ecosistémico añadido. Con algunos agricultores sí ha habido conflicto cuando los caballos entran en sus campos a comerse el grano. “El vallado está preparado para un ganado dócil, no para las bestias. Intentamos mediar con los ganaderos porque entendemos que los caballos pueden causar daño”.

Los aloitadores son los guardianes del último caballo salvaje, y buscan la conservación de una especie clave en en el equilibrio del ecosistema y que es un valor cultural identitario de su tierra.